| REPRESIÓN | Jornada antirrepresiva en Vallelado (Segovia). 11 de febrero.

 


El año pasado comenzó una campaña de persecución a varios graffiteros de Valladolid, en la que el ayuntamiento, y más en concreto el alcalde, se querían tomar una venganza personal. Para poder llevarla a cabo ha sido necesaria la implicación de medios policiales especializados y un acoso policial descarado.

El caso, según fuentes consultadas por los implicados, no se sostiene por ningún lado, lleno de incoherencias y pruebas falsas, por lo que lo podemos catalogar, sin miedo a equivocarnos, como otro montaje policial más en la ciudad de Valladolid. 

Aún estando tan claro, desde un punto de vista objetivamente jurídico, que el caso debería tener todas las papeletas para no prosperar, la realidad es bien distinta, pues por todas es bien conocida la complicidad de ayuntamientos, policía y justicia, y es que se ha tomado muy en serio el propio alcalde la persecución de estos jóvenes, manifestándolo incluso a través de su cuenta personal de Twitter. 

Todo apunta a que se les quiere utilizar como cabeza de turco para que el resto de personas que quieran emplear la pintura como medio de expresión en las calles se lo piensen dos veces antes de hacerlo, e incluso, para quienes no quieran seguir el camino marcado por la sociedad y las leyes. Castigos ejemplares para quien pretenda saltarse la norma, pues todo se encuadra dentro de la campaña municipal de pinturas murales bajo monopolio de la concejalía de cultura. Los barrios y sus calles son de sus gentes. Como se podía leer en un muro: "las paredes hablan lo que los medios esconden".

En definitiva, nos encontramos ante un caso en el que existe una manifiesta desigualdad de las partes ante la justicia, estando estos chavales totalmente expuestos al funcionamiento de una justicia que castiga al pobre ¿Quién puede hacer frente a multas desproporcionadas? ¿Quién puede soportar el coste de una abogada de forma continuada? ¿Quién puede hacer frente a las costas de un juicio? Es en estos momentos donde es imprescindible la solidaridad de clase para hacer frente a este tipo de injusticias. Todxs unidxs somos más fuertes. 

 

¡FRENTE A SU REPRESIÓN, NUESTRA SOLIDARIDAD!

 

 

Pintar no es delito                                                                 Pinta, crea, expresa, rebélate

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Comunicado ANTIRREPRESIVO de los afectados:

 
Nuevamente la represión llama a nuestra puerta. Desde hace unos meses atrás, la ciudad de Valladolid se ha visto envuelta en un nuevo caso de acoso y persecución policial.
 
La policía municipal está destinando un sinfín de recursos para llevar a cabo una investigación pericial con el fin de incriminar a unxs jóvenes graffiterxs de la ciudad. Desde el Ayuntamiento, con ayuda de los medios de des-información, se viene realizando una campaña que busca criminalizar este “arte”, como viene ocurriendo en otros territorios del Estado.
 
Varixs chavalxs han sido sancionados con multas administrativas que duplican las cuantías de su actual ordenanza municipal (que ya de por sí son muy superiores a las del resto del Estado) sin haberse producido ningún tipo de identificación o detención, ni habiendo pruebas de que hayan cometido los hechos imputados (superando algunas cuantías los 20.000€ por individuo, acumulando así multas por valor de 50.000€). No sin la ayuda de la eficaz labor de medios como el Norte de Castilla, quien ha publicado información de lxs afectadxs, ignorando la protección de datos y la presunción de inocencia.
 
No es casualidad que el Ayuntamiento lleve a cabo este tipo de políticas que distraen a la opinión pública de los verdaderos debates sociales, atacando las manifestaciones populares de descontento con este sistema, para lavarse la cara con sus cínicas iniciativas que se disfrazan de civismo y de falso progreso social.
 
Todas estas acciones forman parte de un proceso de gentrificación que afecta a varios puntos de la ciudad (como Cantarranas, los pasos de la vía del tren, etc), y que se usan como justificación del aumento de la presencia policial en las calles y de los métodos de vigilancia y “seguridad”.
 
El graffiti subvierte el orden social, cultural, lingüístico, moral e incluso artístico. Expone lo prohibido, lo obsceno, lo que no se puede decir… No es casual que esta forma de vida provenga de los estratos sociales más bajos, basándose en una concepción artística que se manifiesta en el vandalismo, la ilegalidad y marcada por lo efímero de su existencia, lo que refleja la necesidad del individuo de dejar su huella en esta sociedad alienante en la que sobrevivimos. Capitalismo es canibalismo.
 
 

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