| CULTURA | VSF y A.C.M. La Reña: la propaganda por el hecho

Más de uno lleva toda la semana mirando al cielo, y es que mañana comienza la tercera edición del Vallelado Sound Fest, amenazado por la tardías lluvias de mayo y junio. Este festival está organizado por la Asociación Musical Cultural "La Reña", formada en su totalidad por jóvenes de Vallelado, localidad de Segovia perteneciente a la comarca de Tierra de Pinares. 

En los últimos años se ha creado una enorme burbuja veraniega en torno a los festivales de música, y es que parece casi inconcebible un pueblo sin su festival, sobre todo cuanto más nos acercamos a la costa. Pero debemos tener claro que no todos los festivales son iguales, podríamos dividirlos en cuatro grupos, sin atender al estilo musical. 

Por una lado, tenemos a los grandes macrofestivales en los que la inversión es realizada por promotoras con el único objetivo de generar grandes beneficios, cuantos más, mejor, sin importar las condiciones de las personas que van a asistir al festival, ni mucho menos de las que van a trabajar en él. Después, existen festivales directamente organizados desde las administraciones locales con dinero público, no se buscan en en primera instancia un beneficio, pues se entienden más como una parte del gasto público que como un negocio, por lo que suelen ser de entrada libre.

También existen festivales que podemos considerar como grandes festivales, pero que han ido creciendo paulatinamente con los años, siendo organizados por personas de forma altruista de la propia localidad. Algunos de ellos siguen en manos de estas personas, como puede ser el festival Sonorama de Aranda de Duero (Burgos). 

Por último, nos encontramos con festivales, normalmente de tamaño más modesto, sacados a delante por personas organizadas a través de asociaciones locales, que ponen todo su tiempo y esfuerzo sin el objetivo de recibir ninguna contraprestación económica por su trabajo. En esta última categoría se enmarca el VSF, festival autogestionado que no depende de inversiones privadas ni subvenciones públicas, su existencia se debe únicamente a la creencia por parte de sus organizadores de que la oferta cultural puede ir más allá de las lógicas del capital. Aunque tampoco podemos obviar que un festival, y todo lo que a su alrededor se mueve tiene que ver con estás dinámicas, como la mayor parte de lo que envuelve nuestra vida.

No podemos olvidar el esfuerzo que hacen muchas bandas, recorriendo kilómetros en la noche, a veces sin ni siquiera poder cubrir los costes, sólo por pasión a la música. A las personas que se arriman a echar un cable del propio pueblo y de asociaciones de la comarca. Y, en definitiva, a toda la gente que colabora de una u otra forma, poniendo su granito de arena para que este tipo de proyectos se puedan prologar en el tiempo. 

De esta manera, se demuestra de una forma práctica e incuestionable que la organización horizontal y la autogestión son posibles, y que en nuestros días, quedan personas que no sólo se mueven por el interés económico. Son muchas las asociaciones y organizaciones que día a día trabajan en este sentido, a veces invisibilizadas, pero que realizan un gran esfuerzo que es merecedor de ser conocido. 

Por último, aplaudir la iniciativa que ha tenido la organización del festival de crear una nueva zona verde en un espacio cercano a los conciertos plantando varios tipos de árboles, algo que cada vez escasea más en nuestros pueblos. 

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