| OPINIÓN | Organízate, que no te coman la tostada

La actualidad internacional está viviendo un periodo convulso, bueno mejor dicho, algo más convulso de lo habitual. El hecho es que la situación internacional sigue siendo igual de preocupante que hace unos meses, la diferencia es que ahora el conflicto se acerca a Europa, a occidente. La reciente invasión a Ucrania y la escalada armamentística tanto por parte de Rusia como por parte de EE.UU. y su fiel rebaño, la OTAN, está haciendo temblar los cimientos de occidente. 

Tristemente estos conflictos no son algo ocasional o aislado. A lo largo del globo existen numerosos conflictos abiertos reconocidos oficialmente o no. Palestina-Israel, la situación de Afganistán, encadenamiento de guerras en áfrica, expolio de recursos en Latinoamérica y expulsión de las comunidades indígenas, el terror del narcotráfico.

Pero aunque está realidad nos duela enormemente en nuestros corazones, no podemos olvidar la dimensión que nos ocupa en nuestra tierra. Podemos identificar dos grandes horizontes que son la despoblación y el deterioro del medio ambiente, que a su vez, tienen multitud de implicaciones.

Desde que comenzara la gran recesión en 2.008, la comunidad de Castilla y León ha perdido un total de 92.000 habitantes, lo que supone una disminución de casi un 8 %, en una población total de 1.170.000 personas. Si bien, la situación en las zonas rurales es todavía mucho más preocupante, con numerosos pueblos con una población muy envejecida que están en riesgo de desaparición.

Una de las principales consecuencias que tiene el progresivo vaciado que están sufriendo los pueblos va de la mano de la también progresiva reducción de servicios sociales o esenciales, relegando a la sus vecinos a la categoría de ciudadanos de segunda. En los últimos meses están siendo frecuentes las movilizaciones a lo ancho de toda la comunidad para luchar contra el cierre de consultorios rurales y, en definitiva, para reclamar una atención sanitaria digna, aunque por lo visto, y a los hechos me remito, no están siendo suficientes, ya que no han conseguido un cambio de rumbo en las decisiones políticas. 

Está claro que la sanidad es un elemento fundamental para la vida, pero también existen otros aspectos que son esenciales como poder tener acceso al pequeño comercio en el propio pueblo, véase un pequeño supermercado, una panadería o, por qué no, una ferretería o una pequeña tienda de ropa. Es enormemente complicado que estos pequeños negocios salgan adelante con una clientela potencial cada vez más reducida, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad que tienen para competir con las grandes cadenas de distribución, aunque incluyendo en la ecuación algo más que únicamente criterios económicos, buena parte de la responsabilidad la tenemos los clientes, también aquí debemos practicar un consumo ético. 

En los últimos meses está cobrando fuerza otro movimiento popular encabezado por las personas mayores, es el movimiento en contra de las condiciones que están imponiendo los bancos, cerrando oficinas, reduciendo horarios y trasladando el trabajo a los usuarios mediante la realización de operaciones a través de su aplicación. Brecha digital que están padeciendo actualmente las personas mayores, pero abandono que ya se venía sufriendo desde hace tiempo el entorno rural. Cabe preguntarse si esperábamos algo mejor de los bancos, ya nos han demostrado en varias ocasiones de lo que son capaces. 

Otro punto a tratar es el ocio, dominado en los pueblos más pequeños por el Bar, siendo complicado el acceso a la cultura, poco promocionada en estas zonas. El individualismo que impera en nuestra sociedad, acelerado en los últimos años por la irrupción de las redes sociales y las plataformas audiovisuales, ha provocado una enorme dificultad a la hora de suplir este vacío cultural con actividades propuestas desde las propias vecinas, aunque hay que reconocer el enorme esfuerzo que hacen las asociaciones vecinales y culturales para sacar adelante estos proyectos. Está claro que la ausencia institucional se debe cubrir con organización vecinal, es más, sería deseable que la organización desde abajo desplazara al control institucional, pero esta es una realidad aún muy lejana fruto del triunfo del estatismo que ha conseguido que deleguemos con gusto toda nuestra responsabilidad y organización vital, reduciéndonos a jugar el doble papel de trabajadoras-consumidoras.  

Creemos firmemente que no podemos quedarnos mirando pasivamente a nuestro alrededor, a veces con resignación, otras con desidia. Tenemos en nuestras manos la capacidad organizativa para crear algo mejor, alejado de los circuitos habituales que únicamente se rigen por criterios económicos. Debemos recuperar dos pilares fundamentales en las relaciones con nuestras vecinas como son la solidaridad y el apoyo mutuo, huyendo de la competición entre iguales que se ha desarrollado de forma exponencial en la era digital, en la que se compite por mostrar en la pantalla la vida más perfecta y se quema en la hoguera al diferente.

Pero tampoco debemos pecar de idealismo, este proceso requiere de esfuerzo y constancia. La organización autónoma al margen de las instituciones exige un gran compromiso, por esa misma razón ha triunfado el modelo actual, es más fácil delegar tus responsabilidades, y dejar que planifiquen tu vida, tu consumo, tu ocio. Eso sí, todo esto después de poner un tweet cargando sobre lo que roban los políticos o sobre que el médico lleva semanas sin venir. 

En definitiva, ¿es más trabajo? sí, ¿requiere un mayor esfuerzo? sí, ¿te vas a dar mil palos contra la pared? sí, pero merece la pena. 

Organízate, que no te coman la tostada



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